NuevoLaredo: "Escuchaba como golpeaban a mi marido con bates y le daban choques eléctricos"


"Escuchaba como golpeaban a mi marido con unos bates y le daban toques eléctricos. Lo escuchaba gritar", cuenta Ángeles, una hondureña que fue secuestrada con su familia en Nuevo Laredo, Tamaulipas, en la frontera entre México y Estados Unidos.

Ella, de 24 años, y su hijo, de tres, fueron liberados a los 8 días. Pero no sabe si su esposo está vivo o muerto.

Tamaulipas es uno de los estados más peligrosos de México. Sin embargo, es uno de los lugares a donde Estados Unidos está regresando a miles de migrantes a esperar mientras se resuelven sus trámites para poder vivir en ese país.

Ángeles y su familia esperaban que Nuevo Laredo fuese su última parada en México antes de cruzar hacia Estados Unidos.

Describe cómo el autobús en el que viajaban había apenas llegado a la estación cuando fue abordado por ocho criminales. Su intento de lograr el sueño americano se convirtió en una pesadilla.

Las versiones de los migrantes son muy distintas.

"Yo le dije a un oficial de la patrulla fronteriza que por favor me encarcelaran en EE.UU., pero que nome regresaran esperar a México, que es como la boca del lobo. Allí me secuestraron, me extorsionaron y me amenazaron de muerte", dice entre lágrimas de desesperación Daniel, un migrante de Honduras.

"Para obligarme que regresara, me amenazaron con separarme de mi hijo", continua.

Asegura que le dijeron que en el país latinoamericano él y su hijo de 8 años iban a estar en un albergue, con protección.

Sin embargo, es uno de los cientos de migrantes que ahora duermen al ras del suelo, en la calle en Matamoros. No se atreven a moverse más de algunos metros de la línea fronteriza marcada por el Río Bravo, porque tienen miedo del crimen organizado, que está al acecho.

Como él, muchos dicen que estar ahí es su única opción.

"Yo vendí mi patrimonio para poder pagar al coyote. Después, mi familia tuvo que movilizarse para pagar para que no me mataran los secuestradores".

"Ahora no tengo dinero ni a donde ir. En Honduras también corre peligro mi vida", dice.

Las autoridades mexicanas dicen que su país no tiene la capacidad ni la estructura para dar asilo a todos los migrantes centroamericanos que intentan llegar a Estados Unidos.

Las autoridades estatales aseguran que el gobierno federal les quitó el presupuesto y que batallan para atender a los migrantes.

En Matamoros, justo frente a las puertas de EE.UU., cientos, tal vez miles de migrantes viven a la intemperie. Los más afortunados viven en carpas de campaña.

Y todos corren a formarse cuando un grupo de voluntarios estadounidenses retirados cruza la frontera para darles de comer.

"Es una vergüenza que EE.UU. esté mandando a esta gente a vivir en estas condiciones. Y que aquí, a las puertas de la gran potencia mundial, se esté desarrollando esta tragedia humana", dice una de ellas.
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