En los recientes tres años, alrededor de 120 mil menores no acompañados han llegado a territorio mexicano procedentes de Centroamérica, pero sólo se les ha dado refugio a 721, y en ese sentido, Eunice Rendón, coordinadora de la organización civil Agenda Migrante, advierte que de 2015 a 2017, México absorbió parte importante del problema, aun sin estar listo, ya que no tiene albergues adecuados.
“No hay albergues, el tránsito (de menores) es altísimo, no se respetan los derechos humanos, todo esto hace muy complejo el tema, pero se recrudece porque hoy en Estados Unidos se criminaliza a los padres de estos menores”.
Y es que las medidas antiinmigrantes, como la reciente en la que se pretende tomar las huellas dactilares de los padres que buscan reclamar la custodia de los niños que entren ilegalmente a Estados Unidos sin el acompañamiento de un adulto, “dificultará que los padres recojan a sus hijos por miedo, porque están indocumentados”.
La activista señala que en la atención a menores migrantes en Estados Unidos se han presentado graves irregularidades, pues recordó el escándalo suscitado en 2017, cuando de los siete mil 635 niños detenidos que fueron entregados a familias sustitutas, de 1 mil 475 se perdió el rastro.
De acuerdo al registro que poseen, en 2014 unos 60 mil menores de edad no acompañados por algún adulto llegaron a Estados Unidos para encontrarse con sus padres y huyendo de los altos niveles de violencia, procedentes, principalmente, de Honduras y El Salvador.
Y si bien el Departamento de Salud hace un análisis de las familias junto con el Departamento de Refugio y dan esos niños a patrocinadores que se encargan de mantener a los niños con familias sustitutas, “se encontró el caso de ocho menores que habían sido dados a traficantes de personas y otro tema que encontraron es que a la hora de dar seguimiento al lugar de origen de estos niños detectaron que 52 de ellos habían huido de las casas donde se habían quedado, probablemente porque fueron a buscar a sus verdaderos papás”.
A eso se añade que las familias son divididas, “y se han visto más casos de gente que cuando tratan de pasar, a la madre la deportan por una frontera y al hijo por otra frontera, para darles una lección”.
El problema para México cada vez es mayor, pues los menores que no pasan hacia el norte se quedan y no hay espacios adecuados para albergarlos. “No tenemos la capacidad ni los recursos ni programas para atender un tema de integración de esos menores que se quedan, y las instalaciones migratorias tampoco son las adecuadas.
En ese tránsito, abundó Rendón, muchas veces los menores se escapan de los centros migratorios y el crimen organizado en algunas zonas de tránsito, principalmente Tamaulipas, los capta para que hagan algunas labores de halconeo. También los traficantes de personas los reclutan para que los ayuden en el cruce de cosas o personas.
“En el tráfico de personas hay alrededor de entre 70 y cien niños en tres puntos fronterizos que de manera constante van y vienen traficando personas”, indica, por lo que la autoridad debe dar seguimiento puntual de todos estos niños para evitar que sigan en riesgo criminal, señaló Rendón.
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