La “estrategia sicológica” de Morena en la última etapa de la campaña electoral se limita a una cantaleta: estamos arriba 20 puntos, nuestra victoria es inevitable.
La inevitabilidad es el concepto ancla en su cántico. Lo dice a cada rato Andrés Manuel López Obrador, lo repite Claudia Sheinbaum y los diversos voceros de su grey. Es la base del argumento que sostiene su narrativa de que solamente con fraude puede perder la elección.
Acompaña su narrativa haciendo mucho ruido artificial en las redes. Por ejemplo, Sheinbaum compró miles de bots en redes sociales para combatir y disminuir el efecto Barrales durante y después del reciente debate que sostuvieron.
CNN en español, recientemente, informó en el programa de Fernando del Rincón, que un estudio realizado por un laboratorio internacional experto en análisis de redes mundiales de internet descubrió que 80% de los tuits a favor de Andrés Manuel López Obrador y Morena son, en realidad, bots, cuyo origen se encuentra en las llamadas “granjas de bots” en Rusia y Ucrania.
En redes escuchamos expresiones de máquinas, no de personas. Estos bots cubren la función de crear la impresión de que multitudes siguen al candidato, y lo hacen con singular agresividad, pues están programados para agredir y ofender a los contrarios sin misericordia. Su papel es el de generar mucho ruido en las redes; se cumple, además del espejismo de la aparente popularidad del candidato que haría “inevitable” su victoria.
Huelga decir que es la misma estrategia que utilizó Donald Trump en Estados Unidos para derrotar a sus contrincantes republicanos internos y después a Clinton.
El método es una adaptación de políticas que desarrolló el fascismo: se les echa a las masas encima de los opositores para destruirlos. Hitler, Mussolini, Maduro, Ortega, Perón hicieron, o hacen, lo mismo.
Morena adapta la misma estrategia a las condiciones mexicanas. Son irrelevantes las etiquetas de “izquierdas” o “derechas”. Lo importante es el resultado final: la imposición de un régimen político, donde grupos sociales son los centuriones del control político absoluto.
La “inevitabilidad” es un concepto que emerge en la más profunda filigrana del pensamiento tradicional izquierdista. Marx acuñó la frase cuando anunció, en el Manifiesto Comunista, la “inevitabilidad del socialismo” como destino de la humanidad. No percibió la profunda religiosidad de su tesis: el judaísmo también proclama la búsqueda humana del paraíso, al igual que el cristianismo. El Islam ofrece paraíso y eternidad a sus mártires.
La inevitabilidad es un concepto que contiene una semilla de fanática convicción que nada tiene que ver con la realidad, sino con un mundo oscuro de necesidades humanas ante la incertidumbre de la vida. Tan absurda es la tesis marxista sobre la inevitabilidad del socialismo, que habitamos un mundo que dejó de debatir sobre ese modelo cuando perdió toda su credibilidad en la URSS y los países del Este, por no mencionar a Cuba, que ya no es ejemplo para América Latina.
Marx se equivocó, porque nada es inevitable, excepto la muerte.
Con un proceso electoral, cuyo resultado es desconocido, la idea de la inevitabilidad es aún más aberrante.
Es claro que, fuera del estado de ánimo de los miembros de Morena, la sociedad mexicana, mayoritariamente, aún está discutiendo la mejor ruta a seguir para lograr una sociedad más equitativa, participativa, libertaria y democrática.
De esa discusión solamente conoceremos su desenlace el 1 de julio, no antes.
@rpascoep
El sutil arte de la seducción ahora convertido en el #AlgoritmoDeLaManipulación.— Ney González Sánchez (@neygonzalez) 22 de mayo de 2018
Nos veremos !!!
Material de:#FernandoDelRincón#CNNenEspañol pic.twitter.com/xEi2oiKfsd
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