Reynosa.- El operativo efectuado la mañana del domingo 13 de marzo del año en curso, que dejó como saldo el abatimiento de 9 delincuentes y bloqueos en diferentes sectores con algunos vehículos incendiados; el objetivo principal era “sacar a un grupo delincuencial que ha estado significando balaceras y asaltos en Reynosa”, dijo el vocero del Grupo de Coordinación de Tamaulipas.
Este estado, que bordea el Golfo de México, es desde hace años uno de los más violentos de México con presencia de los cárteles del Golfo y Los Zetas, que se disputan el tráfico de drogas hacia estados Unidos, así como zonas para cometer extorsiones y secuestros contra habitantes y emigrantes indocumentados.
Desde mediados de 2014, en el cártel del Golfo se desató una lucha interna, que provoca un incremento de la violencia en el estado.
Ese cártel mantiene además enfrentamientos con sus antiguos aliados, el temido cártel Los Zetas, fundado por ex militares de élite.
La captura de líderes del narcotráfico de la zona desató el año pasado mortíferas balaceras y bloqueos vehiculares en varias ciudades de Tamaulipas, donde los enfrentamientos entre fuerzas del orden y civiles armados se volvieron frecuentes.
Los enfrentamientos se exacerbaron en abril de 2015. En una ocasión, 60 sicarios se enfrentaron a plena luz del día con fuerzas de seguridad que habían detenido a uno de los cabecillas del cártel del Golfo en Reynosa.
En diciembre pasado, un grupo de hombres armados con rifles de asalto disparó contra la oficina de la fiscalía general mexicana en la ciudad, que quedó con numerosos impactos de bala en su fachada.
Han hallado las autoridades escondites subterráneos donde cárteles ocultan armas de grueso calibre y desmantelaron varias redes con decenas de cámaras de vigilancia instaladas clandestinamente en estratégicos puntos de Reynosa.
Numerosas localidades de Tamaulipas viven desde hace años con el latente peligro de que se desaten enfrentamientos armados, ya sea entre grupos rivales del narcotráfico o entre éstos y fuerzas de seguridad. Y en sus calles, pululan jóvenes contratados por narcotraficantes que se conocen como “halcones” para hacer labores de espionaje en esquinas y lugares estratégicos.
La lucha militarizada contra el crimen organizado que el gobierno mexicano lanzó en 2006 provocó una ola de violencia que ha dejado más de 100.000 muertos y desaparecidos.
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